Una historia que nos recuerda por qué prevenir enfermedades ocupacionales en minería no es opcional. Hace algunos años, en el norte de Chile, un trabajador con más de dos décadas de experiencia en minería recibió un diagnóstico que nunca esperó: Silicosis incipiente.
La enfermedad, provocada por la exposición prolongada a material en suspensión (Sílice), no solo afectó su salud. También alteró su rutina, sus planes y calidad de vida. Lo que vino después fue un proceso difícil, pero profundamente humano. La empresa donde trabajaba no solo cumplió con lo que exige la ley. Lo escucharon, lo acompañaron y, sobre todo, buscaron cuidar su salud sin desvincularlo de su equipo ni de su propósito laboral. Fue reubicado en un área libre de exposición, lo que le permitió seguir siendo parte activa de su trabajo. No fue fácil. La silicosis no se ve, pero se siente. “Uno empieza a preguntarse cosas”, contaba él. Aun así, valoraba lo más importante: seguía trabajando, seguía aportando, seguía siendo parte.
Este caso no es único. Pero tampoco debería repetirse. Es un recordatorio potente: prevenir a tiempo siempre será lo ideal, pero cuando eso no ocurre, actuar con empatía y compromiso hace toda la diferencia. Una cultura de cuidado que se construye día a día.
Enfermedades ocupacionales en minería:
Prevenir no es solo analizar muestras de polvo o medir decibeles. Es preguntarse, con sinceridad, cómo se siente quien está expuesto constantemente a enfermedades ocupacionales críticas. Es asegurarse de que, frente a un diagnóstico, la respuesta no sea el alejamiento, sino el acompañamiento.
Esa es la cultura y ética que buscamos fortalecer: Una en la que la salud y la vida de cada persona están siempre por encima de cualquier otra prioridad. No como discurso, sino como práctica real. Un problema regional, con raíces profundas.

La silicosis y la hipoacusia ocupacional siguen siendo dos de las enfermedades más frecuentes y preocupantes en la industria de América Latina. Invisibles en sus primeras etapas, pero devastadoras si no se actúa a tiempo.
Se estima que un tercio de la población mundial y el 75 % de los habitantes de ciudades industrializadas padecen algún grado de sordera o pérdida auditiva causada por exposición a sonidos de alta intensidad. La OPS refiere que “la pérdida auditiva inducida por ruido es la enfermedad ocupacional más común en Latinoamérica, representando cerca de 1/3 de los casos reportados”, y En Chile, según estadísticas de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), el 80% de las indemnizaciones por enfermedades profesionales se deben a hipoacusia.
La silicosis, por su parte, continúa afectando a miles de trabajadores, especialmente en minería, construcción y entornos industriales con presencia de sílice, La tasa de prevalencia de silicosis entre los mineros en América Latina es del 37%, aumentando al 50% en trabajadores mayores de 50 años, según la OIT.¿Qué están haciendo los países de la región?

Chile: PREXOR y PLANESI
Bajo el Decreto Supremo N°594/1999, Chile implementó dos programas clave:
● PREXOR (Protocolo de Exposición Ocupacional a Ruido)
● PLANESI (Plan Nacional de Erradicación de la Silicosis) Ambos buscan
monitorear ambientes laborales, promover el diagnóstico temprano y reducir los niveles de exposición.
Perú: Un plan con horizonte al 2030
El Ministerio de Salud, a través de DIGESA, lidera un Plan Nacional que aspira a erradicar la silicosis al año 2030, mejorando la fiscalización, la capacitación y el control en terreno.
Argentina: Prevención desde el inicio Con la Ley 25.415, se implementó el Programa Nacional de Detección Temprana de la Hipoacusia, además de guías técnicas específicas para el control del polvo de sílice en minería y construcción.
Colombia: Prevención y atención integral Colombia trabaja con guías de atención para la hipoacusia neurosensorial y planes nacionales de vigilancia y control de la silicosis, integrando buenas prácticas y control epidemiológico.
Brasil: Normas que protegen Las Normas Regulamentadoras NR-7 y NR-15 establecen controles médicos periódicos y límites estrictos a la exposición al ruido y a agentes como la sílice. Tecnología al servicio del cuidado (y no al revés)
Las soluciones tecnológicas no están pensadas solo para cumplir con normas. Están diseñadas para cuidar a las personas de manera práctica, sencilla y efectiva, evitando enfermedades ocupacionales en minería y mejorando la calidad de vida en cada jornada laboral.
Para ambientes ruidosos:
● Protectores auditivos inteligentes que permiten comunicarse sin aislarse.
● Equipos como los protectores CAST, con una atenuación de 32 SNR, permiten mantener conversaciones en entornos de alto ruido sin necesidad de retirarlos.
● Además, líneas como PROHELMET 30K ofrecen alternativas adaptadas a diferentes necesidades, siempre acompañadas de pruebas, sesiones de ajuste y capacitación personalizada. Porque proteger bien empieza por enseñar bien.
Frente al polvo de sílice:
● Respiradores con filtros adecuados, que permiten al trabajador mantenerse protegido sin sacrificar la comunicación.
● En Pronect promovemos el uso de laringófonos tácticos, que permiten hablar con
claridad sin necesidad de retirar la máscara, reforzando así la protección continua en ambientes críticos.
Para tareas de alto riesgo:
● Radios intrínsecamente seguros, especialmente diseñados para ambientes con riesgo de explosividad o alta concentración de polvo.
● Comunicación clara y confiable, en todo momento y lugar, porque puede marcar la diferencia entre un incidente y un trabajo seguro. Porque detrás de cada EPP, hay una historia humana. El trabajador de nuestra historia nunca fue solo un número. Fue un rostro, una historia, una familia.
Cada protocolo, cada norma, cada herramienta que ponemos en práctica tiene un sentido profundo: que las personas puedan regresar a casa sanas, todos los días. Prevenir no es un trámite. Es un acto de respeto, de humanidad y de compromiso con la vida.